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MIERCOLES 30 ENERO 2019
Un universo de microorganismos está más cerca de lo que se
puede imaginar. ¿Cómo acercar este vasto conocimiento y despertar el interés
científico entre estudiantes del nivel medio superior? Del Laboratorio de
Óptica, de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas (FCFM) de la BUAP, surgió
una respuesta creativa e innovadora.
Junto con sus estudiantes, el doctor Alberto Cordero Dávila
tuvo la idea de fabricar un microscopio a partir de materiales reciclados como
la cámara de un celular, un trozo de madera y un acrílico, lo que representa un
gasto no mayor a 100 pesos, contra 8 mil que cuesta un instrumento de esta
naturaleza.
Tras comprobar su funcionalidad, Cordero Dávila, un
entusiasta de la ciencia, buscó extender este proyecto en beneficio de otras
instituciones. Fue así como a través de talleres inició la capacitación a
profesores de nivel medio superior para crear su propio microscopio y replicar
este conocimiento entre sus estudiantes.
Hasta el momento se han impartido tres talleres, dos en
secundarias técnicas del municipio de Atlixco y el último, en colaboración con
la Secretaría de Educación Pública, en el Laboratorio de Óptica de la FCFM,
adonde asistieron más de 30 profesores de la ciudad de Puebla y del interior
del estado, quienes imparten asignaturas como Física, Química, Biología y
Matemáticas en los planteles del Colegio de Bachilleres del Estado de Puebla
(COBAEP).
Para replicar la ciencia en las aulas
Son las 10 de la mañana y docentes de Tlatlauquitepec, San
Martín Texmelucan, Chachapa, Izúcar de Matamoros y Puebla están reunidos con el
doctor Cordero y sus estudiantes para iniciar con una explicación sobre el
funcionamiento de un microscopio. Las dudas y respuestas no se hacen esperar,
pero una vez aclarados los objetivos, el experimento inicia en el Taller de
Óptica en instalaciones de la BUAP.
En mesas de trabajo, cuatro, cinco y hasta seis profesores
repasan sus materiales: un rectángulo de madera no mayor a 15 centímetros, un
acrílico de la misma medida, un celular con cámara, pinzas, tornillos y una
película reflejante, son parte de las herramientas para acceder a un mundo
diminuto.
Algunos profesores se muestran incrédulos al inicio, pero
el doctor Cordero Dávila instruye y corrige. Observa cómo trabajan los
profesores y su entusiasmo contagia a todos.
Alrededor de las 13:00 horas el microscopio está terminado
y las sonrisas emergen. Aquellos que se mostraban reticentes vuelven a confiar,
ahora ansiosos esperan llevar lo que aprendieron a sus estudiantes.
Cómo armar un microscopio
Jair Meneses Mijares es alumno del décimo semestre de
Física Aplicada en esta Universidad. La idea de crear un microscopio a partir
de la cámara de un celular surgió hace un año en la clase del doctor Cordero.
“Él nos pidió que desarmáramos un celular y sacáramos la
lente pues tenía la idea de usarla como una super lupa (…) Así surgió el primer
microscopio que hicimos y todo esto lo quiso replicar para las escuelas
secundarias”, recuerda el estudiante de la FCFM.
Meneses Mijares explica que la lente del celular viene con
un detector, el cual se desenrosca para obtener un conjunto de lentes diseñadas
para eliminar cualquier defecto que provoca la lente convencional. Ya desarmada
se fija sobre la placa inferior, que sirve de soporte.
Posteriormente se le ajustan cuatro tornillos con resortes,
los cuales sirven para alinear las dos placas, de acrílico y madera. En la
superior se pone además una tuerca conocida como cople hexagonal para enfocar
la muestra.
Para terminar, en la placa inferior se hace una diagonal a
45 grados y sobre ella se instala un material conocido como mylar, el cual
refleja la luz hacia la lente y así se consigue iluminar lo que se espera
observar, ya sea acercando el ojo o bien colocando encima otro celular si es
que se quiere tomar fotografía o video.
Con un tinte azul de metileno se tiñe la piel de una
cebolla, las células son visibles, al igual que los espermatozoides, o los
microbios de una gota de agua sucia. Los detalles del ala de una mosca son
nuevas oportunidades para revelar información de un objeto tan pequeño.
Así funciona el microscopio del Laboratorio de Óptica de la
FCFM, un proyecto que se suma a otras iniciativas exitosas como el programa Del
Aula al Universo, que ha dotado de telescopios a más de 600 escuelas de varios
estados de la República Mexicana y capacitado a más de 5 mil aficionados en
astronomía.