El
alcoholismo es una de las enfermedades más negadas, no sólo por quienes la
padecen sino también por las personas del entorno familiar que deben convivir
con este problema.
Muchos
asocian el alcoholismo con personas de bajos recursos y creen que hay que estar
desamparado, no tener un techo donde vivir y beber demasiado todo el tiempo,
para tener problemas de dependencia. Les es difícil admitir que sean ellos
quienes puedan tener problemas con el alcohol. Esto es un error, ya que esta
enfermedad suele producirse de manera gradual hasta que la persona ya no puede
dejar de consumirlo. No se conocen las causas del alcoholismo y se cree que los
hombres tienen más posibilidades de sufrir este padecimiento. Sin embargo, esta
adicción puede afectar a cualquier persona, sin importar su sexo, su edad o su
condición social.
Del
mismo modo, aunque es una de las principales causas de cirrosis (una enfermedad
del hígado), esta es sólo una de sus consecuencias físicas (quizás de las más
extremas). Ya que existen otros daños causados por el alcohol que tienden a
pasar desapercibidos. Por ejemplo: depresión, ansiedad, insomnio, baja
autoestima, pérdida de la memoria, problemas de disfunción sexual e impotencia
(en los hombres), daños al bebé (en las mujeres embarazadas), gastritis,
várices en el esófago y hepatitis, entre otros.
Por eso importante reconocer el problema para tratarlo a tiempo. ¿Pero cómo detectarlo? Uno de los elementos clave para saber si estás en camino al alcoholismo es la advertencia de familiares o amigos que pueden ver alguna anomalía en tu relación con el alcohol. Por otro lado, intenta responder a estas preguntas: ¿alguna vez sentiste la necesidad de reducir la cantidad de alcohol que bebes, sentiste culpa por beber o tuviste discusiones por este tema? Si una o más de sus respuestas son afirmativas, puedes estar en riesgo. Asesórate y pide ayuda profesional. La solución depende de cada uno.