NOTICIAS TEZIUTLÁN "LA PURA VERDAD"
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LUNES 2 JULIO 2018
PUBLICADO
POR: DOCTORA ALIZA
A
veces, los problemas que tenemos cuando somos niños pueden tener consecuencias
por toda la vida. Así, por ejemplo, un estudio reciente demostró que las niñas
que sufren de abuso sexual podrían tener problemas de alcoholismo en la
adultez. Aquí te contamos cómo detectar un posible abuso infantil y qué debes
hacer si descubres que tu hija ha sido víctima de abuso sexual.
El
abuso infantil o abuso sexual a menores no es cosa de niños ni debe ser tomado
a la ligera. Por el contrario, puede afectar mucho al desarrollo del niño o la
niña, tanto en su infancia como al crecer y ser adultos.
Un
niño es abusado cuando se le obliga o se le convence a realizar actividades
sexuales, que incluyen desde caricias hasta sexo oral y el mismo acto sexual.
Estos abusos pueden darse entre un niño o una niña y un adulto o con otros
niños mayores, y no siempre implica contacto físico, pueden ser exhibir sus
órganos sexuales o utilizarlos para pornografía.
Esto
puede afectar al niño/a abusado/a de varias maneras, generando daños físicos y
psicológicos. Estos últimos, muchas veces, continúan en la adultez y se
manifiestan de diferentes formas.
Al
respecto, investigaciones recientes relacionan el abuso infantil con el
alcoholismo en las mujeres adultas, e incluso se detectó cierta tendencia a
desarrollar diabetes, también por parte de mujeres adultas que fueron víctimas
del abuso sexual cuando eran niñas.
Uno
de los estudios a cargo de E. Anne Lown, científica del Grupo de Investigación
sobre el Alcohol de Emeryville, California, encontró que las mujeres que
informaron haber sido abusadas sexualmente en la niñez eran más propensas a
consumir cuatro o más bebidas alcohólicas al día, tener dependencia al alcohol
y beber de una forma que podría presentar riesgos graves para su salud.
Otro
caso es el informe dirigido por Janet Rich-Edwards, directora de epidemiología
del desarrollo del Centro Connors para la Salud de la Mujer y la Biología de
Género del Hospital Brigham de Boston, según el cual el abuso sexual durante la
infancia o la adolescencia podría relacionarse con el desarrollo de diabetes en
las mujeres, cuando llegan a ser adultas.
Si
bien la autora reconoce que es necesario seguir investigando el tema, detectó
que una gran parte de esta asociación se explica por el mayor aumento de peso
que se da entre las mujeres que tenían antecedentes de abuso, lo que incrementa
el riesgo de desarrollar diabetes.
Una
teoría es que las mujeres que fueron víctimas de abuso sexual desarrollan
trastornos alimenticios como una forma de expresar el estrés generado por el
abuso, mientras que otra teoría sugiere que el abuso infantil puede aumentar
los niveles de las hormonas del estrés y esto causa posteriormente el aumento
de peso y la resistencia a la insulina (que es lo que genera la diabetes).
Los
niños y las niñas que son abusados sexualmente pueden demostrar síntomas
similares a la depresión, la ansiedad severa y el nerviosismo. Por ejemplo:
Problemas
al defecar, como ensuciarse o tener incontinencia.
Trastornos
alimenticios, como dejar de comer o comer mal.
Dolores
de cabeza o de estómago recurrentes.
Dificultad
para caminar o para sentarse (por problemas rectales o genitales, como dolor al
orinar o al defecar, picazón o secreción vaginal)
Pesadillas,
problemas para dormir y problemas orinándose en la cama.
Miedos
excesivos
Disminución
en el rendimiento escolar.
No
querer participar en las actividades normales, como por ejemplo: negarse a
participar en juegos deportivos o en cambiarse de ropa en el gimnasio.
Tener
conocimientos acerca de la sexualidad que no son comunes para su edad.
Quedar
embaraza o contraer una enfermedad venérea (de transmisión sexual),
particularmente si tiene menos de catorce años.
Escaparse
de su casa.
Decir
que fue abusada sexualmente por uno de sus padres o por un cuidador adulto.
Si
crees que tu hija fue abusada sexualmente es importante que busques ayuda.
Mientras tanto:
No te
asustes ni reacciones exageradamente ante la información.
Ten
cuidado con tus expresiones faciales ya que la niña estará atenta a tu
reacción.
No la
critiques ni le eches la culpa con exclamaciones como: “¡Te dije que no
entraras en la casa de nadie!”.
Respeta
su privacidad: acompáñala a un lugar privado y cómodo donde pueda contarte lo
ocurrido y evita hablar del tema ante personas que no necesitan saber lo que
pasó.
Incentiva
a tu hija a que te cuente lo que le pasó. En general, las niñas abusadas temen
hablar del tema, en especial con sus padres o cuidadores. Además, el abusador
suele amenazarlas y decirles que le pasarán cosas malas si cuentan lo que pasó.
Muéstrale
afecto físicamente y exprésale tu amor y confianza con palabras y gestos,
diciéndole por ejemplo: “Estoy orgullosa de ti por contarme esto”, “Me alegro
de que estés bien” o “Sé que no fue tu culpa”. Por el contrario, evite
comentarios como: “¿Por qué no me dijiste esto antes?” o “¿Por qué dejaste que
ocurriera?”.
Asegúrale
a tu hija que no ha hecho nada malo y que lo que pasó no es su responsabilidad.
A la mayoría de las niñas las atraen o las engañan para victimizarlas y ellas
creen que deberían haber sido más astutas o más fuertes.
Es
importante que la niña sienta que le crees. Es raro que las niñas mientan con
respecto a actos de victimización sexual.
Y en
todo momento, trata de mantener una comunicación abierta con tu hija,
demuéstrale que eres comprensiva y optimista y que pase lo que pase nunca
dejarás de quererla y apoyarla. Juntas podrán enfrentar problemas y situaciones difíciles. No te
desanimes y considera la posibilidad de buscar ayuda profesional para que tu
hija pueda superar más rápidamente lo acontecido y pueda lograr tener una vida
sexual plena y sana en el futuro.
Imágen
© iStockphoto.com / NinaMalyna