NOTICIAS TEZIUTLÁN "LA PURA VERDAD"
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NOTICIARIO DE ANÁLISIS Y COMPRENSIÓN noticiasdeteziutlan@hotmail.com
MARTES 29 ENERO 2019
Seguro
que quieres disminuir tus riesgos de desarrollar enfermedades del corazón y diabetes
tipo 2, ¿cierto? Pues en tus manos está lograrlo: ¡muévete! Si haces suficiente
ejercicio, tus posibilidades de mantenerte saludable suben como la espuma.
Tu
silla es tu peor enemiga. Una vida sedentaria es la fórmula perfecta para
desarrollar enfermedades del corazón y diabetes y su opuesto, el movimiento, un
factor clave en un estilo de vida saludable.
Los estudios siguen sumando evidencias al respecto y queremos
compartirlas contigo.
Un
grupo de investigadores de la Universidad de Missouri publicó un estudio en la
revista profesional Medicine & Science in Sports & Exercise que aclara
varias cosas. Una de ellas es la siguiente: durante mucho tiempo se ha sabido
que las personas sedentarias tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades
del corazón y diabetes tipo 2, pero no se conocía exactamente la razón, ya que
ese mayor riesgo podía también deberse a la obesidad, a una alimentación
deficiente, al estilo de vida o a problemas metabólicos. Era difícil entonces
determinar el papel específico que jugaba la inactividad por sí sola en la mala
salud.
Los
investigadores llegaron a la respuesta mediante un método nuevo. Para estudiar
los efectos de la inactividad, convencieron a un grupo de adultos jóvenes,
activos y saludables que se movieran menos, recortando al menos a la mitad los
pasos que daban a diario. Así podían determinar si la falta de actividad física
por sí sola afectaba la capacidad del cuerpo para controlar los niveles del
azúcar.
Es
sabido que la elevación del azúcar en la sangre, sobre todo después de comer,
no es buena para el organismo. Las subidas y las variaciones en el nivel de
azúcar después de una comida se han relacionado con enfermedades del corazón y
con diabetes tipo 2. Se equipó a los voluntarios del estudio con unos sofisticados
dispositivos para monitorear la glucosa, de manera que se pudieran examinar sus
niveles de azúcar durante todo el día. También les dieron cuenta pasos y
brazaletes para medir su actividad y registrar los pasos que daban. Finalmente,
les pidieron que hicieran una lista detallada de los alimentos que consumían.
Los
voluntarios escogidos debían mantener su estilo de vida, caminando y haciendo
los mismos ejercicios de siempre, durante tres días. Estos voluntarios tenían
más actividad física que la persona promedio. Normalmente caminaban casi todos
los días, dando más de 10,000 pasos (el promedio entre ellos era de 13,000
pasos). Eso superaba las guías básicas de American Heart Association, que
recomienda dar al menos 10,000 pasos al día, el equivalente a caminar unas
cinco millas u ocho kilómetros (la mayoría de las personas dan menos de 5,000
pasos al día).
Durante
esos tres días, los niveles de azúcar en la sangre de los voluntarios se
mantuvieron normales después de las comidas.
Pero
todo cambió durante la segunda parte del experimento, cuando se les dijo a los
voluntarios que recortaran su actividad física y redujeran los pasos a menos de
5,000 al día por los próximos tres días. Los voluntarios dejaron de moverse y
hacer ejercicios. Tomaron ascensores en lugar de subir escaleras, y pidieron
que les enviaran el almuerzo en vez de caminar hasta una cafetería a comer.
Como promedio, la cuenta de los pasos disminuyó a unos 4,300 al día durante
esos tres días y sus ejercicios se redujeron a unos tres minutos al día.
En
cuanto a la alimentación, siguieron comiendo exactamente lo mismo que en los
tres días anteriores. De esa forma, cualquier cambio que se detectara en los
niveles de azúcar era producto de la inactividad, no de consumir alimentos más
grasosos o más dulces.
Al
momento se notaron los cambios. Durante los tres días de inactividad, el nivel
de azúcar de los voluntarios subió significativamente después de las comidas
(el pico se incrementó en un 26%, en comparación con los tres días anteriores).
Lo que es más, subió ligeramente cada día. Estos aumentos aparecieron mucho
antes de que se notaran cambios en la acumulación de grasa, por lo que se llegó
a la conclusión de que eran resultado directo de la reducción en la actividad.
Lo que es lógico e inevitable, porque si los músculos no se usan, necesitan
menos “combustible” y por lo tanto tienen que tomar menos azúcar de la sangre.
Lo
bueno es que el estudio determinó que la elevación en los niveles de azúcar no
son permanentes. Cuando se reanudan los ejercicios y la actividad física, los
niveles de azúcar regresan casi inmediatamente a la normalidad. Sólo si la
inactividad dura por un tiempo prolongado pueden crearse las condiciones
fisiológicas para que se desarrolle una condición crónica, como diabetes tipo 2
o enfermedades del corazón, sin importar el peso ni la dieta de la persona.
¿Qué
puedes hacer entonces para reducir tus riesgos? Moverte todo lo que puedas. Lo
ideal es que hagas ejercicios en tu casa o en el gimnasio y camines los
recomendados 10,000 pasos al día. Pero si no puedes o estás muy ocupado(a),
muévete aunque sea en pequeños intervalos. Trata de dar una vuelta por la
oficina cada cierto tiempo, olvídate del ascensor y sube las escaleras, camina
en tu hora de almuerzo en vez de quedarte sentado(a) frente al escritorio… No
tienes que correr en un maratón, pero sí mantenerte físicamente activo(a) para
disminuir el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 o enfermedades del corazón.