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LUNES 1 ABRIL 2019
NIÑOS Y ADOLESCENTES
La
adolescencia es una etapa de grandes cambios y de emociones fuertes en la vida
de todas las personas. En ese proceso que dura varios años, tus hijos/as no
sólo notarán que su cuerpo cambia sino también sus ideas y lo que sienten. Esto
puede causarles confusión. Aquí te contamos cómo acompañar a tus hijos/as de
los 13 a los 18 años y cuidar su salud, tanto física como emocionalmente.
Si
tu hijo o hija está cerca de los 10 años es hora de que empieces a pensar que
ya puede estar dejando la niñez, quizá pronto dejarás de llevarlo al pediatra y
cuando menos te des cuenta su cuerpo habrá cambiado, así como su forma de
pensar. No existe un momento especial en el cual comiencen a ocurrir estos
cambios que conducen a la adolescencia. Algunos niños empiezan antes y otros
después. Lo importante es que tengas presente que a veces los cambios físicos
suceden después de los emocionales.
Todo
esto puede generar confusión y cambios en los estados de ánimo en los
adolescentes. Su cuerpo comienza a ser
diferente, algunos desarrollan acné, aparece la menstruación y los senos en las
mujeres, los varones cambian su voz y comienzan a tener más vello en la cara.
Al mismo tiempo, empiezan a percibir que sus amigos o la gente de su edad los
mira de manera diferente, comienzan a buscar modelos con quien quisieran
identificarse y sobre todo, intentan ser aceptados por su grupo de referencia.
Esto
hace que muchas veces los adolescentes se distancien de sus padres, no estén de
acuerdo con sus puntos de vista y los contradigan. Esto es parte normal de este
proceso, así que no dejes que la
situación te desconcierte. Y si temes por el bienestar de tus hijos/as ante los
riesgos del mundo actual, lo mejor es que procures tener una buena
comunicación. Trata de mantener siempre un diálogo abierto y de conocer qué
cosas están sintiendo, qué temores tienen y qué sensaciones les provocan todos
los cambios por los que están pasando.
Recuerda
cuando tú estabas en la adolescencia, qué cosas te molestaban o te avergonzaban
y comparte esos recuerdos con tus hijos/as, los tranquilizará saber que sus
propios padres también han atravesado (y superado) situaciones similares.
No
te avergüences de hablar con ellos sobre ciertos temas como la sexualidad y las
drogas. La mejor forma de cuidar a tus hijos, de prevenir problemas y de
ayudarlos es que ellos tengan la información correcta y conozcan los peligros.
Por eso, lo ideal es que te adelantes y hables de estos temas antes de que se
presenten. Si le cuentas a tu hija sobre la menstruación luego de su primer
período, has llegado tarde. Lo mismo si recuerdas mencionar lo nocivo que puede
ser el tabaco luego de haber encontrado la cajetilla de cigarrillos en el
bolsillo de su pantalón.
Del
mismo modo, trata de informarte acerca de las cosas que pueden ocurrir y de las
que te preocupan y procura conversar con tus hijos/as al respecto y de
establecer límites relevantes. Tal vez no quieras que tus hijos/as se tiñan el
pelo y mucho menos que se hagan tatuajes o perforaciones, pero debes tener en
cuenta que ellos/as están experimentando, buscando su propio estilo y también
desean sorprenderte, así es que evalúa la importancia de las cosas antes de
decir que no. Así, por ejemplo, teñirse puede resultar inofensivo ya que el
pelo volverá a crecer y a tener su color natural pero no es tan sencillo
eliminar un tatuaje. Este dura toda la vida y además puede causar infecciones y
tiene otros riesgos para su salud.
Si
tus hijos/as están sanos, durante esta etapa de la adolescencia -que podría
dividirse en tres períodos- deberías llevarlos a hacerse chequeos médicos de
rutina mínimo una vez cada período:
entre los 11 y los 14 (adolescencia temprana), entre los 15 y los 17
(adolescencia intermedia) y entre los 18 y los 22 años (adolescencia tardía).
Estas
visitas te ayudarán a detectar cambios importantes, tanto físicos como
emocionales y a enfrentar varios temas que pueden resultar difíciles de
conversar entre padres e hijos. Por ejemplo, un profesional puede ayudar a
despejar dudas sobre el desarrollo normal del cuerpo del adolescente o a
detectar si existen riesgos de problemas de adicciones, trastornos de la
alimentación o problemas físicos en general. Entre otras cosas, chequeará: la
presión arterial, el peso, el nivel del colesterol en la sangre y el estado de
la visión, la audición, la boca y los dientes.
Si
es necesario, el médico podrá sugerir que lo lleves a uno o varios especialistas:
al dentista para revisar el crecimiento de los dientes o la forma de morder, o
si tiene caries; al dermatólogo si el acné es muy severo o al ginecólogo en el
caso de las chicas, si tiene dolores menstruales muy intensos.
Mientras
tanto, tú deberás ir encontrando nuevas formas de comunicarte con tus hijos/as
adolescentes, conocerlos y descubrir su forma de ser y pensar. En esta etapa,
pueden llamarte la atención muchas actitudes que posiblemente sean parte normal
de esta transición. Ten paciencia y comprensión, pero presta atención a algunas
cosas que sí pueden ser señales de alarma. Por ejemplo, debes buscar ayuda
profesional si notas los siguientes signos o síntomas en tu hijo/a:
Aumento
o pérdida extrema de peso
Problemas
de insomnio o que duerme demasiado
Cambios
rápidos y drásticos en su personalidad
Cambio
repentino de amigos
Ausencia
al colegio de manera frecuente o disminución en el rendimiento escolar
Referencias
al suicidio (aunque sea en broma)
Indicios
de que fuma, bebe alcohol o consume drogas
Problemas
con la ley
Cualquier
otro comportamiento que no es apropiado que dure más de 6 semanas.
Sé
paciente y no te rindas aunque a veces te sientas abrumado por las situaciones
que se presentan. Ten en cuenta que la adolescencia terminará. Mientras tanto,
recuérdales a tus hijos que los(as) apoyas en este proceso y que juntos podrán
atravesar este periodo de cambios y contradicciones. Cuando menos te des
cuenta, ya serán personas adultas, responsables, comunicativas y además, si han
contado con tu apoyo emocional y han visitado al médico con regularidad, serán
adultos sanos.
Imagen
© iStock / Alexey Tkachenko