DOCTORA ALIZA
Un componente de algunas amalgamas que se usan en los tratamientos para las caries podría provocar problemas a largo plazo en el comportamiento de los niños. Esto es lo que ha encontrado un estudio reciente. Descubre más detalles en este artículo.
La salud de la boca puede relacionarse con distintas enfermedades que no parecen tener nada que ver con ella, como los problemas del corazón o la diabetes. Ahora, un nuevo estudio también relaciona la conducta de los niños con la salud de los dientes, aunque en este caso el problema lo provocaría el remedio y no la enfermedad.
Según unos investigadores de los Institutos de Investigación de New England, en Watertown, en Estados Unidos, un componente químico de algunas amalgamas que se usan para rellenar las cavidades en los dientes (como las producidas por las caries) podría causar cambios en el comportamiento de los niños.
La amalgama es un material que sirve para cubrir daños en la dentadura, como el hueco o la cavidad que queda al eliminar alguna caries. Es una técnica que se ha empleado por más de 150 años y es parte del tratamiento.
Existe un tipo de amalgama compuesto por mercurio y otros metales, generalmente plata, estaño y cobre. Por eso es de color dorado o plateado. A lo largo del tiempo, además, se han desarrollado rellenos de otros materiales, para simular el color de los dientes y que el resultado quede más natural. Por ejemplo, actualmente existe un tipo de empaste dental que se hace con plástico y vidrio, conocido como relleno de resina compuesta.
Algunos de estos rellenos de plástico pueden contener un químico llamado bisfenol A, el cual ha sido previamente estudiado por sus posibles efectos en la salud. En un artículo aquí en www.vidaysalud.com, te comentaba sobre las preocupaciones sobre el uso de este material en productos relacionados con los bebés, como las tacitas y los biberones. De hecho, la Administración de Medicamentos y Alimentos (o FDA por sus siglas en inglés) en EE.UU. acaba de prohibir su uso en la fabricación de estos objetos para los bebés.
Para determinar el posible efecto en el caso de las amalgamas en el comportamiento en los niños, los investigadores analizaron a 534 niños de 6 a 10 años de edad que habían recibido al menos dos tratamientos para las caries y examinaron sus habilidades sociales antes de los tratamientos y cinco años después de tener las amalgamas.
Los empastes que recibieron habían sido fabricados tanto con compuestos de plástico como de plata, aunque éstos últimos han sido eliminados paulatinamente del mercado debido a su contenido de mercurio. Según los resultados del nuevo estudio -publicados en la edición de agosto de la revista Pediatrics- las amalgamas de plástico fabricadas con bisfenol A también podrían relacionarse con pequeños cambios en la conducta de los niños, a largo plazo.
En particular, los investigadores detectaron que niños que recibieron el mayor número de empastes a base de bisfenol A mostraron tener más problemas luego de cinco años que los niños que tuvieron menos tratamientos. Asimismo, no se notaron cambios en los niños que recibieron otro tipo de rellenos.
Para detectar esos cambios, les hicieron pruebas a los niños y a los padres, con preguntas relacionadas, por ejemplo, con la capacidad de hacer amigos o si los niños se sintieron más ansiosos o deprimidos.
Estos resultados son un llamado de atención, pero no son suficientes. Todavía es necesario hacer más investigaciones al respecto para poder llegar a datos precisos y determinar si realmente el bisfenol A produce daños a la salud y cuál es el tipo de empaste más seguro para los niños.
Mientras tanto, no quedan dudas de que la mejor solución es no necesitar ningún tipo de relleno. De ahí la importancia de enseñarles a los niños a cuidar su boca y sus dientes desde pequeños (y esto es, desde el nacimiento).
Una manera de evitar las caries es enseñarle a los niños a practicar una buena higiene bucal y a evitar los dulces y las bebidas azucaradas. Si tus niños ya tienen caries, no dejes de consultar con el dentista sobre qué las provocó y cómo puedes evitar que aparezcan otras nuevas. Y por último, recuerda llevar a tu niño al odontólogo (dentista), al menos dos veces por año.