NOTICIAS TEZIUTLÁN "LA PURA VERDAD"
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MIÉRCOLES 28 AGOSTO 2019
El
paciente que tiene o ha tenido cáncer necesita alimentarse bien para hacerle
frente a la condición y a su tratamiento.
Pero sucede que muchos de sus efectos secundarios, como la náusea, la
falta de apetito, las lesiones bucales y hasta el cambio de gustos y sabores,
pueden impedir que se nutra adecuadamente. ¿Qué pueden hacer el paciente o la
persona a su cuidado? Aquí les damos
algunas sugerencias.
Todos
necesitamos comer para vivir y lo ideal es que además de llenar una necesidad,
sintamos placer al saborear los alimentos y disfrutemos la compañía de los que
comparten con nosotros la mesa. Pero
para muchos enfermos, y particularmente los pacientes que tienen o han tenido
cáncer, comer se convierte en un trabajo y a veces, en momentos
desagradables. Imagínate tener que comer
cuando te duele la boca, debido a que tienes úlceras o que tus encías están
sensibles, cuando los alimentos adquieren un sabor diferente o no saben a nada,
o cuando tienes náuseas o un cansancio tan intenso que hasta masticar y tragar
se convierten en un gran esfuerzo.
Y sin
embargo, precisamente en esos momentos es cuando más se necesita la energía de
los alimentos para hacerle frente al tratamiento. Aquí encontrarán algunas
sugerencias para facilitar el proceso que les ayudará, ya sea que seas un(a)
paciente, un familiar o que tengas a alguien bajo tu cuidado.
1.
Mayor flexibilidad y menos estrés a la hora de la comida
La
hora del almuerzo o la cena puede convertirse en una fuente de estrés si el
paciente se siente ansioso, tiene náuseas, vómitos y otras molestias del tracto
digestivo. Hay que evitar presionarlo para que coma. En vez de eso, ofrézcanle
los alimentos que más le gusten (y que pueda comer) y déjenlo que lo haga a su
propio ritmo. Y como el apetito puede
variar de un día a otro, sean flexibles con los horarios.
2.
Menos cantidad, con más frecuencia
Sobre
todo cuando los niveles de energía están bajos, una comida muy abundante puede
ser más difícil de asimilar. Es preferible servir porciones más pequeñas, más
frecuentes, cada dos o tres horas, por ejemplo.
Aun así, esto es demasiado para algunos pacientes. En ese caso, esperen a que su apetito aumente
y no insistan en que coma más una vez que se sienta satisfecho. Esperen unas
horas e intenten de nuevo.
3.
Facilitar, es la clave
Las
llagas en la boca producidas por la radioterapia, o las heridas de una cirugía
pueden dificultar actos tan sencillos como mascar o tragar. Una dieta líquida, alimentos pasados por la
licuadora, purés, o platos de textura suave pueden ser la solución. Consulten con el oncólogo, la enfermera de
oncología o un dietista o nutricionista si el paciente necesita suplementos
nutricionales, o en casos extremos, se puede recurrir a la alimentación
artificial.
4.
Mucho cuidado con la preparación de las comidas
Los
tratamientos para el cáncer a menudo debilitan el sistema inmunológico por lo
que al organismo se le hace más difícil combatir las infecciones y es más
sencillo que ocurra una contaminación por alimentos. Es muy importante que toda
la comida que se le ofrezca al paciente haya sido manejada y cocinada con mucho
cuidado. Lávense las manos a menudo durante la preparación de los alimentos,
revisen las fechas de expiración, limpien bien los alimentos (sobre todos las
verduras y las frutas), y cocinen bien las carnes (eviten servirla a medio
cocinar). No le ofrezcan platillos
crudos como el sushi, los mariscos o los huevos con la yema blanda para reducir
a un mínimo las probabilidades de contaminación de los alimentos.
5.
Las calorías también cuentan
Cierto
que una dieta balanceada y sana es la más adecuada, pero la recuperación
requiere además que el paciente consuma diariamente un nivel alto de calorías.
Además de servir más cantidad cuando el paciente tenga más apetito, conviene
agregar calorías adicionales. Por
ejemplo, añadir queso a los emparedados, servir vegetales con mantequilla o
crema, u ofrecerle una bebida nutricional (como una leche enriquecida con sabor
a fresa o chocolate), un puré de papas (patatas), o pasta.
Es conveniente consultar con el oncólogo(a) o un nutricionista en
relación a qué alimentos le convienen más en este momento (si sufre de anemia,
por ejemplo). Recuerden que aunque el paciente se sienta bien y tenga apetito
debe evitar la comida chatarra, los platos con exceso de grasa o excesivamente
condimentados y todos aquellos alimentos que el doctor o el nutricionista le
prohíba.
6. Si
el paciente se prepara sus propios alimentos…
Conviene
que aproveche los días que se siente mejor para preparar las comidas y que
congele algunas porciones para comer más adelante. Así, aunque no tenga ganas
ni fuerzas para cocinar en los próximos días, tendrá comida saludable a su
disposición.
7. La
presentación cuenta
Los
alimentos bien presentados, y servidos en una vajilla de colores alegres en una
mesa bien puesta, aumentan las ganas de comer, incluso las de un paciente
desganado. ¡Hagan la prueba!
No
olviden que además de alimentos sanos, el cuerpo necesita estar bien hidratado.
El paciente debe beber suficiente agua, jugos (zumos) de fruta, o leche y debe
evitar aquéllas bebidas que puedan irritarlo o desvelarlo, como las que
contienen cafeína (café, té o refrescos).
Por
último, mantengan siempre una comunicación estrecha con el oncólogo(a) a su
cargo y sus enfermeras, quienes podrán contestar sus dudas y ofrecerle
sugerencias para poder brindarle al paciente la nutrición que tanto necesita
para lograr su recuperación.
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