DOCTORA ALIZA
Cuando los hijos son pequeños, es normal que los
padres se preocupen por medicarlos de manera correcta y segura. Y a medida que
van creciendo, es importante que ellos mismos, a través de sus instrucciones,
aprendan a hacer los medicamentos responsablemente. Aquí te contamos cómo
hacerlo y qué cosas debes tener en cuenta a la hora de hablar del tema.
Cuando los niños son pequeños, mamá y papá suelen
preocuparse por brindarles los medicamentos que necesitan para combatir
cualquier molestia o enfermedad de la forma correcta y más segura posible. Es
muy importante que tengas ciertos cuidados, como los que ya hemos tratado
previamente en este otro artículo de www.vidaysalud.com. Lo principal es que nunca le des a un niño un
medicamento para adultos porque se te acabó el medicamento infantil, ni
siquiera media píldora o un cuarto de píldora. Eso puede ser muy peligroso.
Asegúrate de que siempre sea un medicamento especialmente preparado para ellos.
A medida que los niños van creciendo, también es
importante que les enseñes a usar de forma correcta y responsable los
medicamentos. ¿Cómo puedes hacerlo? La tarea no es tan compleja aunque, por
supuesto, lo primero es que los adultos utilicen los medicamentos
responsablemente ellos mismos, lo que no sólo implica que sigan las
indicaciones del médico y no se auto mediquen, sino también que no mediquen a
los niños por cuenta propia.
No intentes diagnosticar el problema de tu hijo.
Recuerda que el uso correcto de los medicamentos consiste en saber en qué
momento son necesarios y cuándo no, y si no estás seguro si los síntomas de tu
hijo requieren tratamiento, es importante preguntarle al médico.
También es importante que les enseñes a los
niños, desde temprana edad que las medicinas no son un para jugar, ni son
golosinas, que así como actúan en el cuerpo para calmar el dolor o sanar,
también lo hacen sobre las células que están sanas y pueden provocar efectos no
deseados. No les digas que son “caramelos” para que las tomen sin protestar.
Eso crea asociaciones falsas y peligrosas entre las golosinas y los
medicamentos.
Explícales, cuando tengan la edad y la capacidad
para hacerlo (a partir de la adolescencia, por ejemplo) a que respeten la
cantidad y la frecuencia que aparece en la etiqueta o que ha indicado el médico
o el farmacéutico, especialmente cuando se trata de medicamentos recetados. Por
ejemplo, algunos deben tomarse con la comida, otros antes de acostarse. Diles
que no por tomar más remedio se curarán más rápido, por el contrario, puede ser
peligroso y se pueden intoxicar.
Otra buena idea es que te sientes con ellos a
leer las etiquetas y les enseñes a hacerlo: a saber qué significan las palabras
raras, cómo identificar advertencias y a reconocer indicaciones sobre el tipo
de medicamento que se trata, para qué se usa y cómo se usa. Esto es
especialmente importante cuando se trata de medicamentos de venta libre, que
son los que se compran sin receta.
Explícales que la información les ayudará a
elegir el medicamento adecuado para usarlo sin peligro y asegúrate que
entiendan en dónde se encuentran los ingredientes que contiene. Es importante
que les quede claro que tomar mayor cantidad de un medicamento a la vez puede
ser muy peligroso, porque dos medicamentos diferentes pueden contener algunos
ingredientes similares y causar una sobredosis o efectos no deseados.
También es importante que sepan que deben usar el
medidor adecuado, que en general está incluido en el medicamento y suele ser
una taza, una cuchara o una jeringa especial. No es conveniente usar otros
medidores caseros, como una cuchara de cocina, ya que puede hacer que se tome
más o menos cantidad de lo que se necesita.
Otro dato que les resultará útil es saber que no
se debe suspender el tratamiento que recomendó el médico aunque él o ella
comience a sentirse mejor, ya que en algunos casos, se puede tener una recaída
posterior.
A pesar de que les expliques a tus hijos todo lo
que necesitan saber sobre los medicamentos, y aunque ya estén grandecitos, no
es motivo para que los dejes que decidan por si solos. Recuerda que los niños,
aún los mayores, sólo deben usar la medicina bajo la supervisión de un adulto.
También es importante que te asegures de guardar los medicamentos correctamente: en un lugar seco y fresco (a menos que específicamente te indiquen algo diferente) y siempre fuera del alcance de los niños. Y una vez que tu hijo haya terminado el tratamiento, ¡desecha lo que haya sobrado! Recuerda que para proteger la salud de la familia, lo más importante es la información. Inculca en tus hijos hábitos sanos en relación a los medicamentos. Eso los ayudará toda la vida.