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MARTES 9 ABRIL 2019
MUJERESVIDA
SALUDABLE
Muchas
personas se asustan y creen estar anémicas tan pronto y se sienten un poco
cansadas. Otras en cambio no le dan importancia aunque les cueste mucho hacer
sus actividades cotidianas con normalidad. Ni un extremo ni el otro. Descubre
qué es la anemia, cuáles son sus síntomas y cómo puedes evitarla.
Desde
la primera consulta, Delia llegó preocupada creyendo que estaba anémica, ya que
siempre se sentía cansada. Después de que el primer médico que la vio le hizo
los análisis necesarios y le descartó esa posibilidad, ella todavía no estaba
convencida. Es cierto que el cansancio puede ser un signo de que tienes anemia,
pero también puede ser señal de muchas otras enfermedades o, simplemente, de
que necesitas dormir más y llevar una mejor calidad de vida.
Para
despejar sus dudas, le expliqué entonces qué era la anemia, cuáles son los
síntomas que la puede provocar, cómo prevenirla y por qué en su caso podía
quedarse tranquila. Sigue leyendo y descubre tú también cuáles son los síntomas
de la anemia y cómo se diagnostica, para poder actuar en caso de que lo
necesites.
¿Qué
es la anemia?
La
anemia se produce porque la sangre no tiene suficientes glóbulos rojos (que
contienen a la hemoglobina) para transportar el oxígeno al resto del organismo.
Tu cuerpo produce tres tipos de células sanguíneas: los glóbulos blancos (que
se ocupan de combatir infecciones), las plaquetas sanguíneas (que ayudan en la
coagulación) y los glóbulos rojos, que se ocupan de llevar el oxígeno a todas
partes del cuerpo.
Los
glóbulos rojos se valen de la hemoglobina, una proteína rica en hierro que le
da a la sangre el color rojo que la caracteriza, y además de permitirle a la
sangre llevar el oxígeno desde los pulmones hacia otros lugares, también la
ayuda a recolectar el dióxido de carbono de otras partes del cuerpo para
llevarlo a los pulmones, desde donde lo exhalada para eliminarlo del cuerpo.
Si
los glóbulos rojos (y la hemoglobina) son escasos (están por debajo de lo
normal), el oxígeno no puede llegar a todas partes del cuerpo. Se produce así
la anemia que, si no se controla, puede ir provocando problemas más o menos
serios de salud, ya que se pueden dañar otros órganos y el corazón deberá
trabajar con mayor esfuerzo, lo que también puede provocar fallas cardíacas.
Los
tipos de anemia
Hay
varios tipos de anemia que tienen causas y características específicas:
Anemia
por deficiencia de hierro (cuando el hierro está bajo), una de las más comunes.
Anemia
aplástica (a veces causada por exposición al benceno o a ciertas toxinas; a
infecciones, a algunas medicinas)
Anemia
por hemorragia (pérdida de sangre)
Anemia
por deficiencia de vitamina B12 (anemia perniciosa) o anemia por deficiencia de
ácido fólico o folato (anemia megaloblástica).
Anemia
asociada con ciertas enfermedades crónicas (como artritis reumatoide, VIH/SIDA,
falla renal, etc.)
Anemias
hemolíticas en las cuales se destruyen los glóbulos rojos (pueden ser heredadas
o se pueden desarrollar por infecciones, por ejemplo)
Anemia
asociada a enfermedad de la médula ósea (como: enfermedad mieloproliferativa,
mieloma múltiple, leucemia, linfoma, etc.
Anemia
de células falciformes (drepanocítica), entre otras.
Otras
anemias menos comunes como la talasemia y otras debido a hemoglobinas
defectuosas.
Lo
importante es que entiendas que la anemia puede producirse por diferentes
motivos:
Porque
la persona pierde mucha sangre. Por ejemplo, por algún accidente, por un
sangrado interno, por alguna cirugía o por cáncer.
Porque
el cuerpo no produce suficientes glóbulos rojos. Esto puede ocurrir porque la
persona lo hereda o por otros factores, como llevar una mala alimentación,
porque tiene concentraciones anormales de ciertas hormonas o cierto tipo de
enfermedad crónica. Frecuentemente, las mujeres embarazadas están anémicas
porque aumenta el volumen de líquido en su cuerpo y hay cambios hormonales.
Porque
los glóbulos rojos se destruyen más rápido de lo que tardan en volver a
formarse. Esto también puede ocurrir por herencia o por una enfermedad en el
bazo, un órgano que remueve del cuerpo a los glóbulos rojos viejos y que, si no
funciona bien o si está agrandado, remueve más glóbulos rojos de los que
debiera.
Síntomas
A
veces, los síntomas de la anemia son leves y puedes no darte cuenta. Los
principales son el cansancio y la fatiga. Pero también podrías sentir:
Palidez
Frío
en las manos y los pies,
Dolores
de cabeza
Mareos
Irritabilidad
Palpitaciones,
latidos del corazón rápidos y/o irregulares
Falta
de aire
Dolor
en el pecho
Dificultad
para concentrarte
De
todos modos, es posible que tengas algunas de estos síntomas sin que sea
anemia, pues muchas de ellos son comunes, como los dolores de cabeza leves o el
tener las manos frías. Asimismo, todos pueden indicar otras enfermedades.
Por
eso, antes de que te asustes, si notas que los síntomas no desaparecen o si
tienes dudas con respecto a tu estado de salud, no tardes en pedir una cita con
tu médico para que pueda hacerte los estudios necesarios para dejarte
tranquilo(a). En general, para detectar la presencia de anemia, el médico te
hará un chequeo físico completo y pedirá un análisis de sangre. El diagnóstico
de anemia se establece con una biometría hemática (en inglés se llama CBC) que
permite la cuenta de los glóbulos rojos, la hemoglobina y el hematocrito.
Factores
de riesgo
Ten
en cuenta que hay personas que tienen más riesgos que otras de desarrollar
anemia. ¿Quiénes son?
Las
mujeres en edad de la reproducción, ya que pierden sangre durante la
menstruación. Sin embargo, la anemia puede presentarse tanto en los hombres
como en las mujeres, y a cualquier edad.
Las
mujeres embarazadas, que pueden tener poco hierro y ácido fólico (folato).
Además, durante los primeros seis meses del embarazo, el plasma, que es la
parte líquida de la sangre, aumenta con más rapidez que los glóbulos rojos y
puede provocar anemia.
Los
bebés que nacen antes de tiempo (bebés prematuros), durante el primer año de
vida, y los niños entre 1 y 2 años que no reciben suficiente hierro en la
alimentación.
Los
adultos de edad avanzada.
Las
personas que tienen antecedentes familiares de anemia, como la anemia de
células falciformes o las talasemias.
Los
que pierden mucha sangre por una cirugía, un accidente o una lesión.
Quienes
sufren infecciones prolongadas o tienen enfermedades crónicas o graves, como
enfermedad renal, cáncer, diabetes, artritis reumatoide, infección por el VIH,
SIDA, enfermedades inflamatorias en el intestino, enfermedad en el hígado,
insuficiencia cardíaca y enfermedades de la tiroides.
Quienes
llevan una dieta baja en hierro, vitaminas o minerales, para producir glóbulos
rojos. El cuerpo necesita hierro, vitamina B-12, ácido fólico y otros
nutrientes que obtiene de los alimentos que consumes. (La deficiencia de
vitamina B-12 es común en los vegetarianos que no comen productos lácteos, ni
huevos).
Prevención
Algunos
tipos de anemia se pueden evitar si llevas una alimentación sana. Por ejemplo,
para que no te falte hierro puedes comer carnes rojas, vegetales de hojas
verdes, frutas secas y nueces. La vitamina B-12 la puedes obtener de los
lácteos y de la carne, entre otros alimentos. Y al ácido fólico lo encuentras
en jugos de frutas cítricas como el limón y la naranja, en los vegetales de
hojas verdes, las legumbres y los cereales fortificados.
En
general, una dieta saludable es suficiente para obtener todos estos nutrientes,
aunque a veces tu médico podría indicarte que tomes hierro, por ejemplo, si tu
periodo es muy abundante (pero no los tomes sin su aprobación o sin antes
consultarlo con un especialista). También puedes evitar la anemia si se combate
su causa. Es el caso de las anemias causadas por otras enfermedades, como las
que mencionamos anteriormente.
Por
su puesto, si la anemia es de tipo hereditario no es posible prevenirla, pero
en la mayoría de los casos las anemias pueden ser tratadas y controladas. Si
tienes síntomas, consulta a tu médico y si hay dudas con respecto a la causa de
a anemia, el especialista es el hematólogo. Sólo estableciendo la causa se
puede establecer el tratamiento adecuado. Una vez que se trata la anemia podrás
recuperar las energías, mejorar tu calidad de vida y evitar complicaciones.