Durante la adolescencia es común que los jóvenes padezcan
de desórdenes alimenticios, entre ellos, la anorexia. El querer lucir delgada
lleva a muchas adolescentes a poner a prueba su salud hasta la gravedad.
En la actualidad, la anorexia nerviosa es una enfermedad
grave que padecen muchas adolescentes, es más en las sociedades desarrolladas.
Ellas son las principales víctimas porque viven una etapa en la que buscan la
constante aceptación de su entorno. Son muy susceptibles y consumen con
facilidad lo que los medios de comunicación les venden a toda hora,
especialmente la idea de que el éxito personal, social y profesional puede
alcanzarse fácilmente si se tiene una figura en extremo delgada.
Esto es una gran paradoja en un mundo en el que las tasas
de obesidad siguen en aumento. Sin embargo, es común que las adolescentes
luchen contra el problema contrario. Las personas anoréxicas están obsesionadas
con la comida, con contar calorías, con su peso y la forma de su cuerpo. Tratan
de mantener un peso que no es normal ni para su edad ni para su estatura. En
los casos extremos, una chica puede lucir esquelética, pero al verse en el
espejo, piensa que aún está gorda. Y para estar “más flaca”, estas chicas deciden
no comer y hacer ejercicio en exceso.
Es importante que sepas que la anorexia no se refiere
sólo a la comida. Es también una manera bastante enferma de canalizar problemas
emocionales relacionados con ser perfeccionista y el deseo de tener el control
sobre todas las situaciones. Una chica con anorexia tiende a valorarse como
persona de acuerdo a qué tan delgada está.
¿Qué puedes hacer si crees que tu hija tiene anorexia?
Para empezar, es fundamental no reclamarle de forma
violenta, porque sólo conseguirás su rechazo. Primero observa sus hábitos e
intenta mantener una comunicación más abierta con ella: esto te permitirá
acercarte y ganar su confianza. Las chicas entran en un mundo irreal del cual
es difícil sacarlas, sus ideas están distorsionadas y se sienten bastante
protegidas en ese espacio que consideran secreto.
Esta es una
enfermedad que, en el caso de que tu hija la padezca, todos los miembros de la
familia se verán afectados. Por eso, entre todos deberán buscar la solución, y
lo más importante, brindarle a tu hija todo el apoyo que necesite. A continuación,
algunos consejos:
Reacciona, averigua que pasa si notas cambios en su
estado de ánimo (en su humor) y/o cambios físicos en tu hija. No esperes a que
pierda demasiado peso para admitir que padece una enfermedad.
No la obligues a comer. Si no lo acepta, no conseguirás
nada forzándola. Una vez enfrentado el
problema, va a ser necesario decidir cuál es la mejor manera de iniciar un
tratamiento, tanto de alimentación como psicológico.
No debes recriminarle su actitud. Procura eliminar de tu
vocabulario términos como “anoréxica”. Debes demostrarle que tú estás ahí para
ayudarla, hazle saber que padece un trastorno alimenticio que podrá superar si
pone de su parte.
La ayuda de un psicólogo o psiquiatra será muy
importante, la anorexia nerviosa debe ser tratada con una terapia que ayude a
restablecer otro tipo de lazos afectivos con la vida.
Si un tratamiento profesional resulta demasiado costoso
para tu economía, quizá un grupo de apoyo sea una opción. Consulta en tu
comunidad, muchas veces estos colectivos se reúnen en espacios comunitarios y
son gratuitos. El encontrar apoyo y confianza en personas que padezcan el mismo
problema puede ayudar a tu hija a restablecer la confianza en sí misma: el
encontrar un grupo al que también puede pertenecer la podría estimular, y en
esta ocasión no sería para hacerse daño. También puede haber sitios con
profesionales de acuerdo a habilidad de pago en tu área.
Este trayecto es largo, pero las probabilidades de éxito
son mayores si se actúa con ayuda de los expertos. Debes consultar a un
especialista ante cualquier sospecha de anorexia en un(a) adolescente.
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