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VIERNES 16 MARZO 2018
DOCTORA
ALIZA
PUBLICADO
EN CÁNCER, DIETA Y NUTRICIÓN
El paciente que tiene o ha
tenido cáncer necesita alimentarse bien para hacerle frente a la condición y a
su tratamiento. Pero sucede que muchos
de sus efectos secundarios, como la náusea, la falta de apetito, las lesiones
bucales y hasta el cambio de gustos y sabores, pueden impedir que se nutra
adecuadamente. ¿Qué pueden hacer el paciente o la persona a su cuidado? Aquí les damos algunas sugerencias.
Todos necesitamos comer para
vivir y lo ideal es que además de llenar una necesidad, sintamos placer al
saborear los alimentos y disfrutemos la compañía de los que comparten con
nosotros la mesa. Pero para muchos
enfermos, y particularmente los pacientes que tienen o han tenido cáncer, comer
se convierte en un trabajo y a veces, en momentos desagradables. Imagínate tener que comer cuando te duele la
boca, debido a que tienes úlceras o que tus encías están sensibles, cuando los
alimentos adquieren un sabor diferente o no saben a nada, o cuando tienes
náuseas o un cansancio tan intenso que hasta masticar y tragar se convierten en
un gran esfuerzo.
Y sin embargo, precisamente en
esos momentos es cuando más se necesita la energía de los alimentos para
hacerle frente al tratamiento. Aquí encontrarán algunas sugerencias para
facilitar el proceso que les ayudará, ya sea que seas un(a) paciente, un
familiar o que tengas a alguien bajo tu cuidado.
1. Mayor flexibilidad y menos
estrés a la hora de la comida
La hora del almuerzo o la cena
puede convertirse en una fuente de estrés si el paciente se siente ansioso,
tiene náuseas, vómitos y otras molestias del tracto digestivo. Hay que evitar
presionarlo para que coma. En vez de eso, ofrézcanle los alimentos que más le
gusten (y que pueda comer) y déjenlo que lo haga a su propio ritmo. Y como el apetito puede variar de un día a otro,
sean flexibles con los horarios.
2. Menos cantidad, con más
frecuencia
Sobre todo cuando los niveles
de energía están bajos, una comida muy abundante puede ser más difícil de
asimilar. Es preferible servir porciones más pequeñas, más frecuentes, cada dos
o tres horas, por ejemplo. Aun así, esto
es demasiado para algunos pacientes. En
ese caso, esperen a que su apetito aumente y no insistan en que coma más una
vez que se sienta satisfecho. Esperen unas horas e intenten de nuevo.
3. Facilitar, es la clave
Las llagas en la boca
producidas por la radioterapia, o las heridas de una cirugía pueden dificultar
actos tan sencillos como mascar o tragar.
Una dieta líquida, alimentos pasados por la licuadora, purés, o platos
de textura suave pueden ser la solución.
Consulten con el oncólogo, la enfermera de oncología o un dietista o
nutricionista si el paciente necesita suplementos nutricionales, o en casos
extremos, se puede recurrir a la alimentación artificial.
4. Mucho cuidado con la
preparación de las comidas
Los tratamientos para el
cáncer a menudo debilitan el sistema inmunológico por lo que al organismo se le
hace más difícil combatir las infecciones y es más sencillo que ocurra una
contaminación por alimentos. Es muy importante que toda la comida que se le ofrezca
al paciente haya sido manejada y cocinada con mucho cuidado. Lávense las manos
a menudo durante la preparación de los alimentos, revisen las fechas de
expiración, limpien bien los alimentos (sobre todos las verduras y las frutas),
y cocinen bien las carnes (eviten servirla a medio cocinar). No le ofrezcan platillos crudos como el
sushi, los mariscos o los huevos con la yema blanda para reducir a un mínimo
las probabilidades de contaminación de los alimentos.
5. Las calorías también
cuentan
Cierto que una dieta
balanceada y sana es la más adecuada, pero la recuperación requiere además que
el paciente consuma diariamente un nivel alto de calorías. Además de servir más
cantidad cuando el paciente tenga más apetito, conviene agregar calorías
adicionales. Por ejemplo, añadir queso a
los emparedados, servir vegetales con mantequilla o crema, u ofrecerle una
bebida nutricional (como una leche enriquecida con sabor a fresa o chocolate),
un puré de papas (patatas), o
pasta. Es conveniente consultar con el
oncólogo(a) o un nutricionista en relación a qué alimentos le convienen más en
este momento (si sufre de anemia, por ejemplo). Recuerden que aunque el
paciente se sienta bien y tenga apetito debe evitar la comida chatarra, los
platos con exceso de grasa o excesivamente condimentados y todos aquellos
alimentos que el doctor o el nutricionista le prohíba.
6. Si el paciente se prepara
sus propios alimentos…
Conviene que aproveche los
días que se siente mejor para preparar las comidas y que congele algunas porciones
para comer más adelante. Así, aunque no tenga ganas ni fuerzas para cocinar en
los próximos días, tendrá comida saludable a su disposición.
7. La presentación cuenta
Los alimentos bien
presentados, y servidos en una vajilla de colores alegres en una mesa bien
puesta, aumentan las ganas de comer, incluso las de un paciente desganado.
¡Hagan la prueba!
No olviden que además de
alimentos sanos, el cuerpo necesita estar bien hidratado. El paciente debe
beber suficiente agua, jugos (zumos) de fruta, o leche y debe evitar aquéllas
bebidas que puedan irritarlo o desvelarlo, como las que contienen cafeína
(café, té o refrescos).
Por último, mantengan siempre
una comunicación estrecha con el oncólogo(a) a su cargo y sus enfermeras,
quienes podrán contestar sus dudas y ofrecerle sugerencias para poder brindarle
al paciente la nutrición que tanto necesita para lograr su recuperación.
Imagen © Thinkstock / minemero