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MARTES 27 MARZO 2018
DOCTORA ALIZA
PUBLICADO EN EMBARAZO Y
BEBÉS
El mundo del bebé debe
estar lleno de sonidos: desde aquéllos que le dan seguridad y placer, como la
voz de mamá, o los que lo invitan a dormir como una canción de cuna. Que tu
bebé oiga bien es importante: de su capacidad de escuchar depende en gran
medida su relación con el mundo y en particular, su aprendizaje del lenguaje.
Muchos hospitales realizan la prueba antes de que el bebé se marche a casa,
pero si no, debe practicarse durante el primer mes de vida.
Cuando te entreguen a
tu bebé después de dar a luz, lo abrazarás con toda la ilusión y el amor con
que lo has esperado durante nueve meses, y con seguridad revisarás cada pedazo
de su cuerpecito, contarás sus deditos, querrás ver el color de sus ojos y cada
detalle de esta personita que acaba de llegar al mundo.
Tu bebé seguramente
pasó con anterioridad por la “inspección” de las enfermeras, el obstetra o el
pediatra que revisan el estado general del recién nacido en los primeros
minutos de vida. Es lo que se conoce por la prueba de Apgar que evalúa sus
reflejos, el ritmo de su corazón, su respiración, el color de la piel y el tono
muscular. Pero posiblemente antes de que el bebé pueda irse a casa con sus
padres, le harán también una prueba de audición (para ver cómo oye) en el
hospital, que es lo que recomienda la Academia Americana de Pediatría.
¿Por qué es importante
hacer esta prueba?
Según las estadísticas
de esta misma institución, 2 a 3 de cada 1,000 bebés tienen problemas de
audición (para oír) que se pueden detectar desde el nacimiento. Cuanto antes se detecte una posible
dificultad en la audición, más rápido puede comenzarse el tratamiento y a
solucionarse el problema con ayuda de los especialistas y de los recursos
disponibles en la comunidad. Según la Academia de Pediatría, cuando se
interviene a tiempo, idealmente a los 6 meses de vida o antes, las
posibilidades de que el bebé pueda desarrollar buenas habilidades de
aprendizaje y del habla son muy altas. Muchos padres piensan que ellos mismos
pueden ser capaces de detectar si el niño oye bien o no, pero no siempre es
así. Es posible que el bebé responda a los ruidos o los sonidos intensos, pero
no pueda detectar algunos más sutiles, y esto le dificultará hablar más
adelante. Solamente el o la pediatra o
un(a) audiólogo(a) pueden determinar con certeza si el bebé oye bien o no.
Llévalo a hacerse su prueba durante su primer mes de vida, o lo antes posible.
¿En qué consiste la
prueba de audición?
El especialista puede
utilizar cualquiera de las siguientes pruebas o las dos. Ambas son rápidas,
duran de 5 a 10 minutos, no le causan ni dolor ni malestar al niño y hasta
pueden hacerse mientras el bebé duerme o se está quietecito en tus brazos.
Prueba de Emisión
Otoacústica (OAE, por sus siglas en inglés). Se usa para determinar si las
partes del oído responden adecuadamente al sonido. Durante la prueba se coloca
en el canal del oído un audífono de esponja. El oído se estimula con sonido, y
se mide el “eco”. Como el eco se
encuentra en todas las personas que oyen normalmente, su ausencia podría indicar una pérdida de
audición.
Prueba de Respuesta
Auditiva Troncoencefálica (ABR, por sus siglas en inglés). Este examen evalúa
la forma en que el nervio auditivo responde a los sonidos. Se le colocan
audífonos muy suaves en el oído al bebé y, mediante tres electrodos colocados
en la cabeza, se mide la respuesta ante diferentes timbres o chasquidos.
Detectando la pérdida
de la audición más adelante:
Es importante que tanto
los padres, los abuelitos y las personas que están al cuidado de niños sepan y
presten atención a ciertas señales ya que a veces la pérdida de la audición no
se presenta hasta más adelante en el transcurso de la infancia y es entonces
que los que están a cargo del niño
pueden reconocer estas señales de aviso. Por eso, aunque el bebé ya haya
sido evaluado al poco tiempo de nacer, y la prueba haya dado un buen resultado,
deben prestar atención si el niño muestra dificultad más adelante en las
siguientes habilidades:
Durante el primer año:
el niño(a) debe ser capaz de reaccionar ante ruidos fuertes, imitar sonidos
(como los de los animalitos), y responder a su nombre.
A los dos años: e
niño(a) debe imitar palabras sencillas, seguir juegos infantiles (las palmitas
o a las escondidas), usar oraciones de dos palabras para pedir algo que quiere
o necesita.
A los tres años: el
niño(a) comprende conceptos como “ahora no”, “ya no más”, y ser capaz de seguir
instrucciones simples.
Si tienes dudas o si
detectas cualquier señal, consulta con el pediatra. En caso de que tus
sospechas fueran ciertas, él o ella los referirá con un especialista o
audiólogo(a), que se encargará de evaluar el grado de pérdida de audición del
niño y te informará sobre las opciones de tratamiento y los dispositivos que se
usan en la actualidad para compensar la pérdida de audición. Recuerda que cuanto antes solicites ayuda
para tu hijo(a), mayores posibilidades tendrá de superar cualquier deficiencia
y de normalizar su crecimiento y su aprendizaje.
Imagen © iStock /
Christopher Steer