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MARTES 19 JUNIO 2018
Al
consulado de México en Nueva York llegó una mujer joven a solicitar asesoría
jurídica para corregir su nombre. Guapa y de “buen estilo”. Tras ver su
pasaporte, Ashley Quintero Flores previó que el proceso sería complicado. “No
iba por un error ortográfico. Ella quería cambiar su nombre de varón”, narra la
egresada de la Facultad de Administración de la BUAP, quien a un año de
trabajar allí ha vivido de cerca casos extremos de connacionales, como este, y
aportado un granito de arena para su solución.
Originaria
de Atlixco, Puebla, Ashley Quintero Flores trabaja en esas oficinas
neoyorquinas desde hace un año, tras ser contratada al concluir sus prácticas
profesionales. En este tiempo se ha conducido profesionalmente y ha aprendido a
convivir con la frustración que generan los cientos de problemas que viven los
mexicanos en aquel país. “Los problemas sociales no tienen fin”. Llegó al
consulado por el programa Servicio Social y Prácticas Profesionales en las
Representaciones de México en el Exterior, de la Secretaría de Relaciones
Exteriores.
Ahora,
día a día, sigue casos estremecedores de paisanos, como el de la joven que
busca un cambio de identidad. “Ella es una mujer de 26 años, muy exitosa,
emprendedora en la industria de la moda neoyorquina, y tiene que lidiar con
esto cada que le llaman. Para ponerle fin, debe ir a juicio a México, donde
solo vivió su primer año de vida, lo que resulta imposible por su condición de
ilegal”, recordó Ashley, sobre este tipo de personas que al no ser “ni de aquí,
ni de allá” viven sin el respaldo de alguna nación.
Otro
caso es el de un mexicano que necesitaba presentarse en Ciudad Juárez,
Chihuahua, para tramitar una Carta de Antecedentes No Penales, uno de los
requisitos para poner en orden su estatus migratorio. Tampoco él podía salir
del país por ser indocumentado. En esos casos, el consulado ayuda tomando las
huellas dactilares y certificando los documentos de quienes están en esta
situación para que alguien más efectúe los trámites por ellos.
El
originario de Tlaxcala enviaría a su esposa, quien nació en Estados Unidos,
pero la embajada no tenía citas disponibles antes de la fecha indicada en
México. “No le iba a dar tiempo. Su residencia y el ser legal le estaban
impedidos por una cita. Había que hacer algo”, relata Ashley, quien pudo actuar
ante esta necesidad, una de cientos que se sufren diariamente.
“Aunque
me siento bien, sigo aprendiendo. Todos los días hay casos extremos de los que
se aprende. Los problemas son muchos. Al ser ilegales, muchos mexicanos están
limitados a no ganar un buen sueldo, a conformarse con cualquier trabajo. Viven
en espacios muy acotados, pues no toman un autobús por miedo a ser deportados.
Hay personas con más de 30 años en Estados Unidos que no conocen más allá de su
área habitual”, refiere.
La
licenciada en Administración Turística por la BUAP cree que el consulado la
contrató por haberse conducido con diligencia durante sus prácticas
profesionales, en el Departamento de Registro Civil, donde se emiten actas de
mexicanos. Aunque no tenía nada que ver con su carrera, aprendió a observar la
vida: “A veces piensas que tus problemas son muy grandes, pero al ver los de
los mexicanos en el extranjero redimensionas todo”.
Considera
que a diferencia de muchos estudiantes, ella sí asumió sus prácticas
profesionales como un trabajo. “Como universitarios podemos lograr lo que nos
proponemos. Solo es cuestión de salir de casa”. El cónsul Juan Carlos Rodríguez
Muñoz fue quien le dio la oportunidad de ser administradora en el Departamento
de Asuntos Jurídicos, donde al mes procesan alrededor de 150 actos jurídicos.
Planea
seguir en el consulado, al menos el tiempo necesario para cursar una maestría
en negocios, “ya que vivo en Nueva York y tengo un empleo”. Recientemente
concluyó un curso de inglés avanzado para posgrado, en Columbia University.
“He
aprendido a vivir con mis emociones, a controlar mis reacciones ante las
historias de los paisanos. Mientras esté en mis manos ayudar a los
connacionales, lo haré. Siempre”, expresa la ex alumna de la BUAP.