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MARTES 10 JULIO JULIO 2018
PUBLICADO
POR: DOCTORA ALIZA
Las
piernas hinchadas que no producen dolor son algo relativamente común y
normalmente fácil de controlar. No obstante, la Mayo Clinic dice que esta
afección, llamada edema periférico, a veces se vincula a una enfermedad
subyacente grave.
El
edema es el resultado de la presencia de exceso de líquido en los tejidos. Por
lo general, los vasos sanguíneos, los sistemas linfáticos y los tejidos que
rodean esos vasos mantienen el equilibrio de los líquidos; pero cuando esas
fuerzas se desequilibran, los vasos sanguíneos más pequeños (los capilares) pueden
permitir una fuga de líquido que termina en los tejidos circundantes y provoca
hinchazón.
Otros
síntomas del edema pueden incluir el tener la piel estirada o brillante, la
presencia de un hundimiento que dura por lo menos cinco segundos después de
presionar la piel y un abdomen de mayor tamaño. El edema puede afectar los
pulmones, provocando una dificultad para respirar que amerita atención médica
inmediata.
El
edema periférico leve, sin síntomas graves tales como falta de aire o
hipertensión, normalmente es producto de causas no muy preocupantes, entre
ellas, las siguientes:
Consumir
demasiada sal el día anterior
La
edad, porque a más edad, mayor susceptibilidad a piernas hinchadas
La
gordura
Permanecer
de pie o sentado durante períodos extendidos
El edema
también es señal de enfermedades graves, tales como debilidad o daño en las
venas de la pierna, insuficiencia cardíaca congestiva, fibrosis hepática,
coágulos sanguíneos en la parte inferior de las piernas, daño renal crónico y
tumor pélvico.
El
examen físico y las pruebas de diagnóstico pueden ayudar a dilucidar la causa
subyacente del edema periférico. Los exámenes que se realicen podrían incluir
análisis de sangre, examen de orina, electrocardiograma o radiografía del
tórax.
Aparte
de tratar la afección subyacente, el médico posiblemente sugiera algunas
técnicas de control para prevenir la retención de líquidos, entre cuyas
alternativas están el usar medias de compresión especiales, recostarse con las
piernas elevadas durante una o dos horas diarias y hacer ejercicios aeróbicos
acuáticos o nadar en una piscina. En los casos más graves, se puede recetar un
diurético (pastilla para extraer el agua).
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